Bocas
LLegamos a Isla Colón en Bocas del Toro, por un camino precioso, por un río primero rodeado de palmeras, y luego una parte que se mezcla con el mar, y luego mar rodeado de islas verdes, y el agua de un color increíble.
Ni bien llegamos hicimos lo de rutina se podría decir ya a esta
algura: Buscar un sitio donde tomar algo. Toni se tomará su clásica
cervecita típica del lugar y yo le robaré unos traguitos con el objeto
de descansar, decidir que hacer, quizás preguntar a algún lugareño
algun dato, etc.
El resultado esta vez fue irnos de esa isla a otra: Isla Bastimentos.
Alli llegamos pues, y dimos con un hostal padrísimo, medio encaramado en la montaña, y con un cuarto divino en el segundo piso que daba a un balcón amplio que tenía una vista que te la voglio dire.
La isla, con un puñado de casas en uno de sus extremos, sin calles y sin autos, solo unos senderos peatonales. El único motor que se
escucha son las lanchas que pasan a veces. Practicamente sin turistas, la población negros en su mayoría que hablan un inglés simplificado y harto difícil de entender.
Todo el mundo tranqui, relajados, sonrien, saludan, escuchan la música que alguno pone en su casa a todo volumen, algún regetton seguramente, otros jugando a los naipes muy concentrados, niños jugando descalzos al fútbol en la canchita del pueblo, o en el agua en una improvisada balsa con un pedazo de telgopor.
Mas Mundial
Buscando un lugarcito donde ver no se qué partido, dimos con lo de
Marco. Un bar metido en el mar, con piso de madera y un techo de
jalapa solamente, sin pardedes con lo que el aire corre allí que da
gusto. Hiciera el calor que hiciese alli siempre estaba fresquito.
Marco es un italiano vagabundo, de Sicilia, que cayó allí hace unos
años y su vida es, estar allí, reposando y atendiendo a algún cliente
ocasional con mucha tranquilidad.
Viernes 23 de Junio
Día de playa. Como están del otro lado de la isla, hay que subir la
montaña para bajar del otro lado. Luego de una caminata donde erramos el sendero y medio nos perdimos en la selva, llegamos a Playa Wizard. Una ancha playa de arenas claras, y unas olas que parecen mas del Pacífico.
Luego en la tarde nos abastecimos en el super del chino (como no podía ser de otra forma) y Toni se cocinó en la completa cocina del hostal unas patatas con huevo frito (en aceite de oliva que aún nos quedaba) para chuparse los dedos.
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