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Palenque




Palenque

Originally uploaded by marinmoran.

Llego a San Cristóbal tipo 9 de la mañana y me compro un boleto a
Palenque donde me encontraría con Carlos y David. Como era temprano aún salí a dar una vuelta por el centro y a desayunar. Estaba fresco, agradable, ya que esta ciduad, la capital del estado está as 2500 msnm. Pero no tardé en recordar que estaba en Chiapas, el estado mas pobre de Mexico. Mujeres y niños vendiendo artesanías desfilaban sin cesar, y te bajaband el precio en cada intento fallido de venta. Pero a diferencia del resto del país que había visto, aquí se sentía la desesperación. Se te acercan, te insisten, te lo ponen encima tuyo, te tocan para que les des bolilla, te miran, con unos ojos difíciles de olvidar.

Le compré una pulserita a una mujer, y entonces todos cayeron sobre mi, sin parar, insitiendo mas porque sabían que había comprando una vez. Caras tristes, no te atienden como en otras partes. No te dan bola. Estaba viendo otro México.

Tomé como pude el café y me marché.

Unz vez en Palenque, fui hasta el camping Kichanes, en medio de la
selva lacandona, donde te arriendan una hamaca debajo de un techito, a 2 dólares por día. Ahi nos quedamos charlando un rato, sin movernos mucho, porque si en Puerto Escondico hacía calor, no era nada comparado con esto. Yo creo que estuve en los días mas calurosos y sofocantes de la historia de Palenque. Asfixiante, uno vive completamente bañado en sudor constante. En la noche fuimos a otro camping de la zona, en cuyo bar se presenta siempre música en vivo.

Esa caminata por medio de la selva, de noche, donde cientos de
luciérnagas se iban encendiendo mientras avanzábamos, como marcándonos el camino, y los animales que allí estaban pero no se veían, se escuchaban, fue una de las cosas mas lindas que me pasaron en el viaje.

En el bar, nos encontramos con 3 amigas de Carlos, unas canadienses que están estudiando en Mérida, y cenamos unas pizzas, las primeras que como en un mes y medio. De ahi, nos fuimos al bar de otra amiga de Carlos, una gallega de La Coruña que estaba viajando y se puso a medias con otro gringo a laburar este bar en otro camping pir ahi cerca. Allí estaban los chicos del fuego haciendo de las suyas en el centro del lugar. La verdad eran muy buenos, nunca había visto tantas cosas hechas con fuego, la tenian clara.
Los locos eran como 6 y viajaban en una combi donde tenian todo lleno de sus elementos para teatro callejero.

En eso se nos acerca un mexicano amigo de Carlos también, (frecuenta este lugar el chico), con una pinta de mano santa, toda la túnica, el pelo negro y largo con la vinchita, y él muy chiquitito. Me causó mucha gracias verlo, la cosa que nos contaba (a raíz del tema que salío) cuando había viajado por la India con un paquete de mota y safó de que lo pezcarán, ya que luego se enteró de que no había sido una buena idea y era peligroso! un personaje el pibe.

Cuando le dije que se sentara con nosotros me responde “es que estuve todo el día sentado chambeando en Palenque” y recordé por un segundo mis épocas en las que también me la pasaba así.. y en la noche no quería mas sillas.

Después de darle unos traguitos a nuestra cerveza se despide con el gesto de inclinar levemente el torso y se retira.

Pero lo loco fue cuando volviamos al camping con David, y ya llegando empezamos a escuchar un tipo cantando y tocando al guitarra. Osea, en ese contexto, no tenía nada que ver, no habia nada! y a esa hora… de pronto se aparece súbito. Estaba muy oscuro y no lo lográbamos ver y nos asustó con un firme “buenas noches”, había dejado de tocar para saludarnos. Luego seguimos y el continúo con su canción. Era un gordo medio viejo en cueros con unos pelos largos y un sombrero. Era el de la banda en vivo que habíamos visto antes, David lo reconoció.

Así que llegamos, me lavé mis dientes, y encaré mi hamaca, esas que no uso desde niña. Allí, en medio de la selva, con el olor a bosta de las vacas del corral contiguo, los bichos haciendo los sonidos de esa hora, el tipo cantándome desde la ruta con pura emoción, y una luna, allí, delante mío, que contemplo mientras me hamaco suavemente como para sentir una brisa que no existe y que me gustaría poder describir: roja.

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