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Bajando un poco mas


teatro

Originally uploaded by marinmoran.

Sábado 17 de Junio

No nos dió para levantarnos para el ferry de las 6 de la matina, que
con tanta seguridad habíamos planeado tomar la noche anterior, y
llegamos ahí para el de las 7.30, lo bueno es que estabamos a escasos 50 metros, pero lo que me entere allí es que hay que hacer cola, porque a veces no entra toda la gente, y como tiene capacidad
limitada, pues te quedas y debes cojer el de las 11 recién. Pero
alcanzamos a entrar, luego que registró Gendarmería nuestros
nombres y nacionalidades, nuestras, y de todos los pasajeros claro, la mayoría gente de la isla que hace hora va a trabajar a Rivas, la
ciudad del otro lado del lago, capital del departamento.

Aventura fue el viaje ese, a la ida habiamos usado el ferry de autos y
pasajeros, pero este era un barquito del año cero un poco mas atrás, que iba re cargado y había que ver como se metía agua cuando se hundía literalmente entre ola y ola.

Terminado el primer tramo del largo viaje que nos esperaba, llegamos a Rivas donde un taxi por dos dólares nos llevó a la terminal desde donde salen los buses a “la frontera”, de la cual ignorábamos el nombre incluso.

Nuestro destino final era una nueva capital del mundo: San José.

En la frontera se largó el diluvio, nos mojamos porque encima habia
que caminar mucho por lugares no señalizados asi que como locos
preguntando bajo la lluvia.. “disculpe, sabe ud donde corno debo ir
ahorita para que me sellen el pasaporte y poder irme?”

Luego de pagarle a la alcaldia del pueblito fronterizo un invento de
impuesto por salir de… el pueblito, te lo cobran en la entrada unas
mujeres alli y no hay forma de safar. Por suerte no nos cobraron para salir ni para entrar! un lujo, primer frontera sin pagar, bah, solo a la alcaldia famosa.

De lo que no safamos es de los cambistas ladri, que siempre te joden aprovechando la posición de desventaja en la que uno ahi se encuentra. Ahora no me agarran mas eso si, luego de atravesar centro america te queda una cierta idea de qué hacer y qué no hacer.

Un bus directo que justo salía a esa hora desde la frontera nos dejó a buena hora en San José, tipo 4 de la tarde, cuando ya la exitación que se siente al entrar en un nuevo pais corría por nuestro cuerpo, digo “nuestro” porque a Toni le sucedía lo mismo.

La primer impresión de la ciudad fue mas que buena, íbamos con la idea de una ciudad probablemente fea, ruidosa, sucia, etc, y nada que ver: Limpia, fresca además por la altura, rodeada de montañas con el toque que esto le da a las grandes ciudades, ordenada, sin vendedores atiborrando todo, tranquila, gente amable. Una peatonal que recuerda a Florida. Un teatro que parece un Colón en chiquitito.

Los buses no llevan el clásico “asistente” colgando de la puerta y a
los gritos levantando gente. Nadie grita desde el fondo del bus
“Baja!” para que el conductor pare, sino que desde su asiento jalan
una soga que toca un timbre y ya (esto lo había visto unicamente en
USA y Europa).

Lo único complicado allí era hablar por teléfono, no habia locutorios
y los teléfonos públicos, que los había en buena cantidad, tenian todos cola, quizas en un puesto de 15 teléfonos en una esquina de una plaza había 15 personas hablando y otras 20 alrededor esperando al primero en desocuparse… de locos.

Los precios suben un poco en algunos casos, bastante en otros.
Exportan a todo centroamérica productos alimenticios y demases, son el gran productor después de México claro.

Muchos nicas vienen en busca de mejores sueldos, y como hay tantos,
los tikos no los quieren, los discriminan y los tratan mal (mmm creo
haber escuchado esto antes…) y por ende, no los pueden ni ver los
nicaraguenses a sus vecinos. Pero nada.

San José está a unos mil y pico metros sobre el nivel del mar, y en la
tardecita refresca al punto de necesitar una polerita o algo. En la
noche, con manta dormí. Que risa, yo cuento esto como la gran cosa,
pero es que con el caló que vengo pasando pues nada, es como pa
contarlo, “anoche me tapé!!”

Con el pasar de las horas, empecé a sentir algo raro, sin saber qué
era exactamente, pero que luego descubrí: Sentía que me había ido de centroamérica.

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